miércoles, 6 de enero de 2016

En el cielo estaba escrito: la clave.



Hasta ahora en los anteriores artículos me he centrado en los tres cerros que han llegado hasta nuestros días, el cerro del Otero, el cerro de San Juan y el de Barredo Viejo, con la excepción de que este último cerro también ha sido desmontado en su mayor parte.

De la prolongación del cerro del Otero, la conocida como “Pata de Lobo” apenas he hablado, tan sólo ha sido mencionada en el artículo "Los cerros de la catedral, cuando la historia va mucho más allá de lo que nos han contado" en el cual se reflejaba como también ese cerro aparecía representado en uno de los frescos de los laterales del coro de la catedral de Palencia.

Realizando un resumen rápido de lo publicado sobre estos tres cerros, teníamos los siguientes datos:
-El cerro del Otero y el cerro de San Juan son dos cerros idénticos en altura y proporciones, pudiéndose trazar una línea entre sus cimas de longitud 666 metros.
-Si se traza una línea entre las cimas del cerro del Otero y el de Barredo Viejo, dicha línea indica la dirección norte-sur con gran exactitud.
-Si se superponen las posiciones de las estrellas de la Osa Mayor Alioth, Megrez y Mizar con las posiciones de los cerros del Otero, de San Juan y de Barredo Viejo respectivamente, las posiciones coinciden.
-Si se traza una línea siguiendo la subida de menor pendiente al cerro de San Juanillo, dicha línea señala la posición de la salida del sol en el solsticio de verano, lo cual también sucede si se sigue el eje mayor de la catedral de Palencia.

Estos son datos dados a conocer en anteriores publicaciones, y ahora es el momento de averiguar si algo similar puede suceder con la prolongación del cerro del Otero, es decir, la Pata de Lobo.


Si los cerros que desde siempre han sido vistos desde Palencia son algo más que simples cerros, es decir, forman parte de un complejo diseñado a propósito, dicha prolongación también debería guardar un orden como guardan los otros tres cerros.


Por desgracia, la Pata de Lobo ha sido desmontada en su totalidad, por lo que realizar un análisis físico y visual sobre el terreno hoy en día es imposible. Así que para realizarle, necesitaba datos de ello, como podía ser un plano de curvas de nivel de la Pata de Lobo, ya que en él estaría la base para tratar de realizar un estudio del mismo.



Y por fortuna dicho plano existía, así que ya sólo faltaba ponerse a realizar ese estudio.
Parte del trabajo estaba hecho, si las cuatro elevaciones forman parte de un mismo conjunto, la lógica constructiva que se utilizaría en ellas sería idéntica, y se reduciría a dos vertientes: orientación y posicionamiento con las estrellas.



En el caso ya estudiado, el de Barredo Viejo y el cerro del Otero, el posicionamiento era claro, bastaba con trazar una línea entre sus cimas y ver que la misma indica la dirección norte-sur. En el caso que ahora trato, tenía que hacer lo mismo con la Pata de Lobo, pero en vez de referirla al cerro del Otero, referirla a su cerro gemelo, el de San Juan. Al trazar una línea entre sus cimas, se obtiene una dirección que no señala a ninguno de los cuatro puntos cardinales, estando desviada 24 grados del norte en sentido oeste.



El dato sin más estudio parecía que no decía nada, sin embargo, dice mucho más de lo que en principio puede aparentar. Siguiendo con el mismo razonamiento, si el cerro del Otero y el de Barredo tienen que ver con el norte geográfico, la nueva dirección que marca este nuevo eje también debe guardar alguna relación.
Se denomina Eclíptica al camino aparente del movimiento del Sol sobre la esfera celeste según se ve desde la Tierra. El plano eclíptico está inclinado 23.5° respecto del plano del ecuador celeste, ya que el eje de rotación de la Tierra, está inclinado 23.5° respecto de su órbita alrededor del Sol, a tan sólo medio grado de diferencia del ángulo que nos proporciona con el norte la dirección de la línea que une las cimas de la Pata de Lobo y del cerro de San Juan, obteniendo con gran precisión la inclinación del eje de rotación terrestre.


Rango de variación en la oblicuidad de la Tierra

Y en esta ocasión este análisis proporciona mucha más información, y es que sucede lo siguiente, que la inclinación del plano eclíptico no es fija, sino que varía periódicamente oscilando entre los 24.5 grados de inclinación máxima hasta los 22.1 grados de inclinación mínima en un periodo de tiempo de 41.000 años, es decir, tarda en variar su inclinación 2.4 grados en 41.000 años, por lo que realizando un cálculo simple, se obtiene que para variar un grado el eje de inclinación se necesita algo más de 17.083 años.


¿Por qué motivo proporciono este dato? La explicación es sencilla, ya que todo el complejo de los cerros ahora ya sí que comienza a tener sentido. Un túmulo (o pirámide de base circular) se puede realizar de dos maneras, mediante construcción, o mediante destrucción, me voy a explicar.
Todos estamos acostumbrados a que para construir algo hay que partir de cero, desde ras de suelo, e ir poniendo los materiales constructivos sobre él, ganando cada vez más altura, dando forma a la construcción final. Esa sería la primera de las maneras de construir un túmulo, depositando tierra en una zona alcanzando cada vez más altura hasta conseguir esa forma cónica.
Sin embargo, existe otra manera de conseguir el mismo resultado, y es partiendo de una elevación geográfica natural ya existente, e ir desmontándola, en lugar de echar tierra, retirarla dejando únicamente sin desmontar aquellas zonas que forman parte de la construcción final que se quiere realizar, en este caso, dejando en pie únicamente la parte de la montaña que hoy en día contemplamos como esos dos cerros tan característicos, es decir, se empezaría su construcción desde arriba en lugar de desde abajo, aprovechando la orografía natural del terreno, y con ello todas las medidas y disposiciones de los cerros serían exactas y artificiales, realizadas por la mano del hombre. 

Partiendo de ello, surge una pregunta, si fueron realizados de esta manera, ¿en qué época se construyeron? Hasta ahora sólo teníamos el dato de la datación de la cerámica encontrada en el cerro del Otero, unos 4.200 años, el dato más antiguo de presencia humana comprobado a día de hoy en la ciudad de Palencia. Pero ese dato no es suficiente si lo que pretendemos es tratar de dar una datación de la construcción del complejo de los cerros, tan sólo evidencia que hace 4.200 años allí hubo alguien.

Es ahora cuando tenemos que acudir a la nueva evidencia que nos proporciona la línea que une las cimas del cerro de San Juan y la Pata de Lobo, nos indica una desviación de 24 grados, a medio grado de la inclinación actual del eje de rotación de la Tierra sobre el eje de la órbita, es decir, si los cerros se construyeron para que en el momento de su construcción citada línea indicara la inclinación exacta del eje terrestre, la inclinación del mismo ha variado desde el momento de la construcción hasta la actualidad en 0.5 grados, o lo que es lo mismo, si de nuevo efectuamos un sencillo cálculo, obtenemos que para que el eje de la tierra varíe en medio grado es necesario que transcurran algo más de 8.541 años, por lo que este dato nos proporcionaría la fecha de construcción del complejo de los cerros de Palencia.

Y ahora lo que falta por estudiar es la otra vertiente, la vertiente del posicionamiento de la Pata de Lobo en función de las estrellas. Si de nuevo se diera esa coincidencia, todo tendría sentido, ya que todo seguiría esos parámetros de diseño originales.

La constelación a estudiar como en el caso de los tres cerros analizados hasta ahora es la Osa Mayor, en concreto las siete estrellas conocidas popularmente como “el Carro”, visibles durante los 365 días al año en el cielo de Palencia al encontrarse en la región circumpolar norte.



¿Cómo se podría realizar este estudio? Para llevarle a cabo, de nuevo hay que tener en cuenta todos los datos ya expuestos en mis otras publicaciones, y hay algo que nunca hay que olvidar, que no es otra cosa que el mensaje que Victorio Macho dejó plasmado en el corazón del Cristo del Otero, destruido a día de hoy tras una “restauración” en la que se arrancaron las teselas originales de tonos dorados del centro de su corazón que formaban un círculo. Dicho círculo como ya publiqué representaba a la estrella de mayor brillo de la Osa Mayor, la estrella Alioth, representada por el propio cerro del Otero.


Corazón original del Cristo del Otero antes de la "restauración".
Si Victorio Macho quiso descansar eternamente en ese lugar, bajo Alioth, Alioth debía ser la clave del gran mensaje que quedó grabado en el corazón del Cristo del Otero.

En primera apreciación, al superponer las estrellas de "el Carro" de igual manera que hice sobre los cerros del Otero, San Juan y Barredo Viejo, no encontraba ninguna coincidencia con la Pata de Lobo. En ese momento fue cuando recurrí al mensaje que Victorio Macho dejó escrito en el corazón del Cristo del Otero. Como recordaréis está dividido en 7 fragmentos, existiendo uno que es el doble de tamaño que los restantes situado justo en su zona inferior, representando una pirámide coronada por ese círculo destruido en la actualidad, y en su interior un número representado con teselas, el 666, exactamente el mismo número de teselas por las que está formado el contorno del corazón y las espirales que le rodean. ¿Por qué Victorio Macho se esforzó tanto en plasmar esa cifra por dos veces y precisamente en su obra maestra?
El dato que conocía es que se puede trazar una línea entre las cimas de los cerros del Otero y de San Juan que mide precisamente 666 metros, por lo que ¿pudiera haber algún significado más en el corazón que aclarara este aspecto? Ahora tenía que pensar un poco, la cifra 666, y una pirámide con una estrella en su cima en el corazón, pero dos cerros idénticos separados 666 metros. Dos cerros gemelos, por lo que ambos se pueden representar esquemáticamente mediante la misma pirámide, ¿y si esa pirámide no sólo se refiriera sólo al cerro del Otero, sino también al de San Juan? Si así fuera, la estrella en ella representada, Alioth, también haría referencia directa al cerro de San Juan.

¿Y si la clave fuera Alioth?, ¿y si Alioth indicara la manera en la que había que superponer el plano estelar en el plano terrestre para que todo cobrara sentido y la superposición coincidiera?
Bastaba con tener en cuenta este razonamiento, es decir, superponer Alioth al cerro de San Juan, el cerro gemelo del cerro del Otero, y ver entonces qué era lo que sucedía.

Así lo hice, y lo que observé es que la coincidencia era de nuevo prácticamente perfecta, la posición de los cerros de San Juan, Pata de Lobo y Otero coincide otra vez con el posicionamiento de tres estrellas de la Osa Mayor, y de nuevo Alioth es una de ellas, siendo la que más brilla, coincidiendo esta vez Alioth con la ubicación del cerro de San Juan, Megrez con la de la Pata de Lobo, y el cerro del Otero con la de Phecda.








Simplemente maravilloso, quienes construyeron el complejo de los cerros de Palencia, las Pirámides circulares  de Palencia, o los túmulos de Palencia, como cada uno lo quiera llamar, sabían perfectamente lo que hacían, sabían que su mensaje perduraría a lo largo de los siglos, sabían que alguien sería capaz de leerlo, hoy en día lo sabemos, y Victorio Macho también lo sabía.



En memoria de Victorio Macho, el Gran Artista Maestro Escultor Palentino, en el año 2016,  50 años después de su fallecimiento.

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