miércoles, 1 de octubre de 2014

El secreto de las estrellas, las pirámides de Palencia.



Tras haber dado a conocer en mi anterior publicación el secreto de la luz, los orígenes de Palencia, en esta ocasión presento públicamente algo que me ha costado  meses de investigación  averiguar de manera particular, un descubrimiento que cambiará para siempre la historia de la ciudad de Palencia, algo que como he venido insistiendo desde hace ya algunos meses hará que Palencia al final sea conocida como una ciudad única en el mundo.
Como recordareis, el último sorprendente hallazgo en el que finalicé mi anterior relato era que la subida de menor pendiente del cerro próximo a nuestra ciudad, conocido como el Cerro de San Juanillo, tenía la misma dirección que la recta que indica el lugar por el que sale el sol en el solsticio de verano, el 21 de junio.
Llegué a la conclusión que esta misma alineación se producía en el Pico del Tesoro, en la catedral de Palencia y en la Cripta de San Antolín. Cuanto más datos comprobaba me daba cuenta que tales coincidencias no podían ser casuales, y entonces  comencé a centrar mi atención en el cerro de San Juanillo, cerro gemelo del cerro del Otero, situado en un extremo del barrio del Cristo.

En primer plano el Pico del Tesoro, al fondo los cerros de San Juanillo y del Otero.

 Desde siempre, ya desde pequeño, me llamó la atención la similitud que existen entre ambos cerros, tanto que en fotografías antiguas anteriores a 1931, cuando aun Victorio Macho no había realizado su colosal obra, llega a ser incluso hasta difícil diferenciarlos. Esto me hizo pensar en lo siguiente, si en el cerro de San Juanillo se da esa alineación tan especial el 21 de junio, quizás en el cerro del Otero sucediera algo similar. Sin embargo, el paso del tiempo ha eliminado buena parte de esas pruebas, en especial la extracción de arcilla de las inmediaciones de este segundo cerro para ser usada en la antigua Tejera de Don Cándido, ha eliminado cualquier prueba comprobable hoy en día mediante una observación visual del entorno. Este fue un pequeño obstáculo en mi investigación, pero que sin embargo me llevo hasta la siguiente pista, al mirar a la ciudad de Palencia desde el mirador del cerro del Otero, llamó mi atención un montículo mucho más pequeño en comparación con los cerros de San Juanillo y del Otero, el conocido hoy en día como Barredo Viejo, también por desgracia desmontado en la actualidad en buena parte, pero del que aun por fortuna se puede  apreciar su localización. Puede parecer algo insignificante, sin embargo es la pieza del rompecabezas que comenzó a arrojar luz para poder dar explicación a todas estas coincidencias.

Antigua fotografía en la que se observan los tres cerros.
Hasta este momento tenía tres cerros, dos gemelos y el tercero mucho más pequeño , pero que indudablemente llaman la atención a cualquier persona que se acerque hasta nuestra ciudad. Los cerros también suelen ser mencionados con otro nombre: oteros.
Quizás de nuevo la etimología de esta palabra pudiera aportarme alguna nueva pista. La palabra otero hace referencia a un pequeño monte o cerro aislado proviniendo de la palabra latina altarium, término que se utilizaba para referirse a cualquier cosa aislada y elevada, primera definición que cabía esperar encontrarse, pero sin embargo la misma tiene una segunda interpretación, y es que esa palabra también se utilizaba para referirse a un altar elevado de un templo. De esta manera otero significaría altar elevado.  Esto comenzaba a dar total sentido  a la alineación que se observa en el cerro de San Juanillo, por todos son conocidas las famosas cuevas de San Juanillo, situadas en su cima, que sin embargo no son tales cuevas, sino que son una antigua ermita copia de la que a día de hoy aun se conserva en el cerro del Otero, la ermita de Santa María del Otero. Por lo tanto hasta ahora tenía las pruebas de la existencia de dos ermitas situadas en lo alto de los dos cerros prácticamente gemelos, y de ello mi siguiente pregunta, el  Barredo Viejo,  cerro mucho más pequeño y más próximo a la antigua ciudad de Palencia, al tener un acceso mucho más fácil de realizar a pie que estos dos primeros, quizás hubiera tenido también en su cima otra ermita, por lo que serían tres ermitas situadas en los puntos más altos de estos tres cerros. En esta ocasión la suerte fue la que intervino para darme la siguiente pista a seguir, y fue ojeando una antigua publicación de principios del siglo XX en el que existía un dibujo realizado a plumilla precisamente de esa zona de nuestra ciudad, de estos tres cerros, y cuál fue mi sorpresa cuando en él vi representado en la cima del cerro de Barredo Viejo una construcción similar a una ermita, la evidencia de que mi suposición inicial era cierta.


Los tres cerros más próximos a la ciudad de Palencia, cada uno tenía en su punto más alto una ermita, o lo que es lo mismo, un altar elevado en su cima, y el dato más curioso de todos, su número , tres, dato que tiene mucha más importancia de la que en un principio pueda parecer.
Esto me hizo comenzar a fijarme en ellos desde otra perspectiva, si nos comenzamos  a alejar desde la distancia, sobre todo en los cerros de San Juanillo y del Otero, al conservarse en su mayor parte su forma original, apreciamos en ellos una forma triangular, como si de dos conos perfectos se tratasen, y de un tamaño colosal, por lo que no pude evitar hacer una comparación que puede parecer disparatada: desde la distancia, los cerros parecen pirámides, por lo que la comparación con las famosas pirámides de Egipto me resultó inevitable. Todo parecía algo totalmente disparatado, ¿pero realmente lo era?
La siguiente pista a seguir fue precisamente esa, estudiar las características que tenían las pirámides de Egipto. Estas llaman la atención por la precisión que se consiguió plasmar en ellas, sus lados señalan con total exactitud los cuatro puntos cardinales, y en la mayor de ellas, de nuevo el sol cobra especial importancia, ya que en sus caras se aprecia un fenómeno similar al que sucede en el cerro de San Juanillo. El efecto de luz que se produce en la famosísima pirámide de Keops es conocido como “el efecto relámpago” , fue relatado por André Pochan en 1973, y tan sólo ocurre durante unos breves minutos  en  el momento de los equinocios de primavera y otoño, instantes en los que sobre las caras de la pirámide se proyecta una línea de sombra que coincide con la altura de estas.

Fotografía de la gran pirámide de Giza tomada por la Royal Air Force el 21 de marzo de 1.934.

Efecto muy similar al de San Juanillo donde el punto de salida del sol el 21 de junio está marcado en la geografía del propio cerro. Pero volvamos al detalle de la precisión en la orientación de las pirámides hacia los puntos cardinales, este era un dato que tenía que comprobar también en los cerros de nuestra ciudad. Los tres cerros en primera apariencia parecen estar en línea recta, sin embargo no es así, el cerro de San Juanillo esta ligeramente desviado hacia el oeste si le comparamos con la línea que une las cimas del cerro del Otero y el cerro de Barredo Viejo. Pero sin embargo hay otra coincidencia muy soprendente si nos fijamos en la orientación de estos dos últimos, la línea que une ambas cimas esta orientada casi con total precisión hacia el norte, ambas cimas constituían una brújula natural que permitía orientarse inmediatamente a cualquier persona que les contemplara desde la distancia.
Hasta este momento de mi investigación tenía una pequeña relación entre las piramides de Egipto y los tres cerros de nuestra ciudad, por lo que decidí continuar indagando en mi teoría.
El siguiente punto en el que me fijé es la sorprendente alineación con las estrellas que presentan las tres  principales pirámides de la meseta de Giza.  Las tres pirámides son un reflejo en la tierra de las tres estrellas que constituyen el cinturón de Orión, coincidiendo su distribución práctcamente a la perfección. 

Superposición de las tres estrellas que forman parte del cinturón de Orión y las tres principales pirámides de Giza.

Esta fue la idea más disparatada de todas, pero como el resto de suposiciones habían resultado ser ciertas, debía a su vez investigar esta última: ¿podrían los tres cerros de la ciudad de Palencia estar dispuestos de igual manera que las pirámides de Egipto teniendo una relación directa con la posición de las estrellas? Si así fuera, la importancia que un hallazgo como este sería enorme y comenzaría a reescribir toda nuestra historia.

Debía buscar tres estrellas visibles desde Palencia que tuvieran las misma distribución que tienen el cerro de San Juanillo, el cerro del Otero, y el cerro conocido como Barrero Viejo. Para ello me fijé en las constelaciones más conocidas en nuestra tierra, y curiosamente centré mi atención en la que cualquier persona es capaz de reconocer inmediatamente, la constelación de la Osa Mayor, también conocida popularmente como el Carro, y enseguida me llamaron la atención tres estrellas de la misma por el parecido en su distribución con la de los tres cerros palentinos.

"El Carro", dentro de la constelación de la Osa Mayor.

No podía ser, a simple vista la distribución era prácticamente idéntica, por lo que comencé a superponer las imágenes de estas tres estrellas con la imagen de un plano de curvas de nivel de los tres cerros, y realmente sucedió lo que parecía totalmente imposible, de igual manera que ocurre con las pirámides de Egipto, la cima de los tres cerros coincide prácticamente a la perfección con la posición que las tres estrellas poseen en el firmamento.

En cruces rojas la posición que ocupan las tres estrellas sobre los cerros.
Las tres estrellas a las que me refiero de esta constelación reciben los nombres de Megrez, Alioth y Mizar. El cerro de San Juanillo se encuentra en la posición que ocuparia Megrez, el cerro  del Otero en la posición que ocuparía Alioth, y el cerro de Barredo Viejo en la posición que ocuparía Mizar. Se cumple a la perfección la frase de que « lo que es en la tierra es también en el cielo « .






     




En muchas ocasiones me he referido en mis comentarios a que Palencia había perdido la luz con la que siempre había brillado, y que esa luz sería recuperada de nuevo.  Esta investigación, a la que he dedicado un gran esfuerzo, comienza a colocar de nuevo  Palencia en el lugar que siempre se ha merecido, tenemos algo único a nivel mundial, comparable a las pirámides de Egipto, justo en el lugar donde he denunciado una y otra vez  el abandono de sus entornos y sus monumentos por parte de las autoridades, justo en el Cristo del Otero, este es el gran misterio que encierra la obra de Victorio Macho.
 Los tres cerros  han sido abandonados por completo, el cerro de Barredo Viejo ha sido desmontado casi en su totalidad, el cerro del Cristo del Otero ha sido olvidado realizándose en él todo  tipo de actos vandálicos, y el cerro de San Juanillo se encuentra practicamente derruido en su parte más elevada.
Este es el gran secreto que durante siglos se ha ocultado, Palencia ha ido perdiendo población inexplicablemente, y en especial esta zona tan importante históricamente hablando  se ha dejado  totalmente olvidada.
Necesito la colaboración de todos los palentinos debido a la importancia histórica que un descubrimiento así puede tener, mi conclusión es clara, los tres cerros en un principio naturales fueron modelados por la mano del hombre en una época remotísima para adquirir esa forma y sobre todo guardar esa relación geométrica que permite realizar todas estas comparaciones en un principio increibles.
Palencia tiene un potencial turístico e histórico incomparable con ninguna otra ciudad de España, solicito que se tengan en cuenta estos descubrimientos y se comience a proteger nuesto patrimonio,  las pirámides palentinas deben ser protegidas, nuestros antepasados nos dejaron un legado que siempre hemos tenido a la vista, su mensaje estaba escrito directamente sobre el terreno, ante nuestros ojos, ante nuestra mirada,ante todos los palentinos  pero hasta ahora no le hemos sabido ni identificar ni conservar, ha llegado el momento de comenzar a  hacerlo.

Quiero terminar este artículo haciendo una nueva  referencia a Victorio Macho, quien quiso descansar  eternamente bajo los pies del Cristo del Otero, en el cerro que representa a la estrella  Alioth, donde de nuevo hay otra coincidencia asombrosa: Alioth es la estrella más brillante de la constelación de la Osa Mayor con una magnitud de 1.76. Victorio Macho nos dejó el mayor de los misterios escrito en su obra, de nuevo a la vista de todos, el Cristo del Otero simboliza el brillo de esa estrella, y él descansa junto a ella.


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