domingo, 16 de diciembre de 2012

¿La primera universidad española?



Este año viene conmemorándose en Palencia el octavo aniversario de la universidad que en esta ciudad tuvo sede y la cual dicen es la primera universidad española, como puede verse  en el anagrama colocado en la rotonda que da acceso a la parte septentrional de la ciudad,  pero, ¿verdaderamente la primera universidad española  estuvo ubicada en Palencia?
Para tratar de dar respuesta a esta pregunta conviene previamente hacer un análisis histórico de la evolución de lo que hoy en día consideramos “universidad”, y en primer lugar se debe explicar cuál es origen del término universidad como tal.
La palabra universidad procede del término latino “universitas” que deriva del  adjetivo UNIVERSUS-A-UM  cuyo significado es  "todo","entero" o "universal",  el cual a su vez  procede del término UNUS-A-UM que significa "uno".
El latín medieval comenzó a utilizar este término para designar a un gremio o asociación de personas relacionado directamente con le enseñanza y el saber.
La primera universidad de la que se tiene noticia a nivel mundial era la ubicada en China en torno al año 2.200 antes de Cristo.
En el año 388 antes de Cristo Platón funda en Atenas la escuela filosófica conocida como La Academia de Atenas.
En el siglo V surgen las denominadas escuelas Nestorianas al mismo tiempo que las escuelas de enseñanza superior persas y árabes comienzan a trasladarse desde oriente hasta occidente.
Estas escuelas se dedicaron al estudio y traducción al árabe de textos clásicos griegos.
En Europa las primeras universidades comienzan a aparecer  en torno al año 1150 surgiendo primero como escuelas catedralicias y convirtiéndose ya en el siglo XIII en los llamados Estudios Generales.
Las primeras escuelas catedralicias que se convirtieron en universidades  estaban ubicadas en Francia, entre ellas se pueden destacar la de  Chartres.
En el año1088 aparece la Universidad de Bolonia.
 En Inglaterra en torno a 1086 aparece la universidad de Oxford, mientras que la de Palencia pasa a ser considerada universidad en el año 1212.
Sin embargo apenas se ha mencionado nada de otros lugares en España en los que también se llevaba  cabo la labor de estudio y transmisión de información, en concreto nada se ha dicho de las universidades existentes en la España ocupada por los árabes.
España fue invadida por los musulmanes en el año 711 y se mantuvo bajo su dominio hasta el fin de la reconquista con la toma de la ciudad de Granada en el año de 1492 ya durante el reinado de los Reyes Católicos.
Poco se ha dicho de la importancia que durante este periodo de tiempo tuvo el estudio en todo tipo de materia científica por parte del mundo árabe.
Gustave Le Bon, autor de la obra “La Civilisation des Arabes” en el año 1.884, afirmaba que: “Los árabes fueron los que aportaron a Europa lo que ignoraba en el campo de los conocimientos científicos, culturales e inclusive filosóficos. Fueron ellos los que establecieron para Europa las bases para la edificación de su civilización moderna. El mundo debe testimoniar este favor a los árabes”.

El escritor inglés del siglo XVIII Daniel Defoe  afirmaba en una de sus obras “que el legado dejado por los griegos no fue aprovechado por los romanos, sin embargo, los árabes lo aprehendieron, lo cultivaron, lo mejoraron y lo desarrollaron para entregarlo realizado a la edad moderna…”, y reconoce que “los árabes son en verdad los maestros de Europa en todos los campos del conocimiento humano”.


En el discurso del presidente del parlamento de Cantabria con motivo de la celebración del Estatuto de Autonomía en el año 2010 se cita lo siguiente “Parece seguro, señor rector,  que ciertas entidades oficiales, destinadas a la enseñanza de los conocimientos más preciados y al entrenamiento de los jóvenes para el relevo generacional, existían ya en la antigua China, 2000 años antes de Cristo.
Con uno u otro nombre, vestigios de estos establecimientos aparecen también en las demás civilizaciones. En Europa, la primera institución de este tipo  se estableció, al parecer, en Córdoba en el siglo VIII. Con unos rasgos que la Universidad ha mantenido hasta el día de hoy: La acumulación del saber heredado en grandes bibliotecas, la comunidad dialéctica de maestros y estudiantes; la búsqueda del rigor y la incorporación paulatina del método experimental a la construcción del conocimiento.
Fue en Córdoba precisamente, y en el siglo VIII, donde surgió por primera vez en Europa la fórmula de incorporar un hospital a la investigación y a la docencia científicas.”

El escritor español Velasco Ibáñez en su obra titulada “ En la sombra de la catedral” cita textualmente “el renacimiento en España no provino de las tribus bárbaras del norte, se introdujo desde el sur, con los árabes… era una hazaña civilizadora,
más que una conquista…, así se introdujo en nuestro país una joven cultura fuerte y vigorosa que contó con los diferentes elementos del progreso rápido y espectacular que triunfó apenas nacida”, “… entre el siglo VIII y el siglo XV, se inició y se desarrolló la más bella y rica civilización en la Europa de los siglos medievales. Mientras los pueblos del norte se enfrascaban en una exterminadora guerra religiosa y se comportaban como tribus bárbaras, la población española del califato remontó a treinta millones de personas. Dentro de esa explosión demográfica se conjugaban y se entremezclaban todas las sectas y las religiones con un pluralismo sin límite, situación que produjo
un avance social muy fuerte… dentro de este crisol fértil de pueblos y de etnias convivían en paz todas las ideas, las costumbres y los inventos que se lograron hasta entonces sobre la tierra, las artes, las ciencias, las industrias y todos los viejos sistemas. Del contacto y transculturación de los di referentes elementos se lograron potencialidades creativas”, formando parte también de esa misma obra la siguiente afirmación: “La seda, el algodón, el café, el limón, la naranja, las granadas todas provenían de Oriente, con estos forasteros (árabes), igualmente las alfombras, los tejidos, las telas, los minerales, la orfebrería y la pólvora. Con ellos también llegó el cálculo decimal, el álgebra, la química, la medicina, las ciencias sociales e igualmente la poesía rimada. Los filósofos griegos, a punto de ser olvidados encontraron su salvación acompañando a los árabes en sus conquistas” y termina Velasco Ibáñez: “Aristóteles, ocupaba el trono de la famosa Universidad de Córdoba”.

Es en este texto donde ya se hace referencia a Córdoba, la misma ciudad que a día de hoy continúa siendo una de las capitales de provincia de Andalucía, por lo que esto comienza a pensar qué tipo de universidad podía haber ya  en esa ciudad andaluza en tiempos de la invasión árabe de la península Ibérica.

Fue en el siglo VIII cuando en el Califato de Córdoba comenzó a surgir lo que Velasco Ibáñez menciona en su texto como “universidad de Córdoba”. Allí enseñó e investigó Abul Qasim Al Zahrawi, conocido también como Abulcasis, nacido en el año 936 de nuestra era, uno de los cirujanos más influyentes considerado el padre de la cirugía moderna. Muchos estudiantes de medicina acudían a él para aprender. Fue el autor de la enciclopedia al-Tasrif formada por treinta volúmenes en los cuales recopiló sus conocimientos médicos y farmacéuticos. Esta obra es pionera al describirse en ella por primera vez la hemofilia y su origen familiar. Creó numerosos instrumentos quirúrgicos, como es la silla gestatoria y fue el primero en usar hilo de seda en las operaciones. Destacó también en el campo de la odontología, siendo capaz de alinear dientes, reparar piezas y reponerlas.
Otro de los personajes más importantes del mundo científico cordobés durante el Califato fue Maslama ibn ahmad al-Mayriti de origen madrileño, fallecido en Córdoba en el año 1007, destacó en las ramas de las matemáticas y la astronomía, siendo discípulo en Córdoba Abd al-Gâfir ibn Muhammad especializado en geometría.
Sus estudios e investigaciones se llevaron a cabo en el entonces palacio/residencia de Madinat al-Zahara, donde todo lo relacionado con conocimiento científico estaba organizado en dos ramas: por un lado la rama astronómica-matemática destacando en ella con mucha notoriedad Maslama, y por otro lado la rama física-botánica-médica al frente de la cual se encontraba Abulcasis.
Maslama adaptó las tablas astronómicas del matemático oriental al-Jwarizmi  al meridiano de Córdoba, resituando la “Cúpula de Arin” (centro del mundo) en Córdoba, comenzando a ser utilizadas para la realización  de los cálculos astrológicos y dándolas a conocer en el occidente cristiano.
Maslama fue su vez el autor de un tratado sobre el astrolabio, conservándose aún a día de hoy una copia del mismo traducida al latín en la biblioteca del Monasterio de El Escorial. El astrolabio era el instrumento de cálculo más utilizado por astrónomos que  permitía resolver gráficamente cuestiones relacionadas con el movimiento del sol y de las estrellas fijas, así como problemas de astrología esférica.
Otra de sus obras es la conocida como “La Distinción del Sabio”, en el cual explicaba métodos aplicables a la obtención de metales preciosos de mayor pureza hablando por primera vez del óxido de mercurio de gran utilidad en tiempos posteriores, y  demostró por primera vez el principio de conservación de la masa atribuido ocho siglos más tarde  al químico francés  Antoine Lavoisier.
Alumno de Maslama fue Abu I-Qasim Asbag Ibn Muhammad b al-Samh al-Mahri también conocido por Ibn al Samh, nacido en el año 979, quien destacó como matemático, astrónomo, médico y gramático y el cual creó a posteriori en Granada su propia academia en la que enseñaba matemáticas y astronomía. Una de sus obras más conocidas es el “Libro de los planetarios”,  la cual más tarde fue mandada traducir por Alfonso X El Sabio y sirvió como base de la obra titulada “Libro de los instrumentos de las láminas de los siete planetas”.
En el siglo X hay referencias en las que se afirma que durante la época del Califato de Córdoba se editaron miles de libros que se encontraban ubicados en sesenta bibliotecas. La biblioteca del califa al-Hakam llegó a tener 400.000 volúmenes de lógica, astrología, medicina, matemáticas, gramática, poesía, historia, religión y derecho pero fue saqueada por orden de Almanzor.

Por lo tanto, ¿se puede hablar realmente de que la primera universidad de España estuvo ubicada en Palencia?
La universidad árabe existente en Córdoba supera 4 siglos a la antigüedad de los conocidos Estudios Generales de la capital palentina, pero surge  otra pregunta relacionada directamente con qué es lo que se conoce como España.
España proviene del término latino Hispania, empleado por los romanos para referirse a todo el territorio que abarcaba la península Ibérica, y a su vez el término Hispania proviene del vocablo fenicio i-spn-ya, vocablo que ya aparece documentado desde el segundo milenio antes de Cristo, por lo que el territorio que hoy en día constituye el territorio nacional español ya era nombrado de una manera muy similar a la actual      (i-spn-ya/España).
 Hay que tener en cuenta que en el siglo XIII España no existía como tal, sino que era un conjunto de  cinco reinos: Reino de Navarra, Corona de Castilla, Corona de Aragón, Reino de Granada y Reino de Portugal.
Palencia estaba ubicada dentro del territorio que abarcaba la Corona de Castilla, y por lo tanto, sí que se puede decir abiertamente que los Estudios Generales fueron al precedente de lo que más tarde pasó a ser reconocida como universidad, pero no primera universidad de España, sino primera universidad de la Corona de Castilla.
En todo caso, si consideramos hoy en día el territorio nacional, se pudieran diferenciar dos culturas muy diferentes a lo largo de la historia, la cultura árabe y la cultura cristiana, y sería mucho más conveniente decir que la primera universidad española cristiana  fue la de Palencia, pero en ningún caso olvidando que 4 siglos atrás existió en Córdoba la que puede ser considerada la primera universidad  árabe en territorio español, y por lo tanto, el monumento ubicado en la Avenida de Madrid de la capital Palentina donde se dice textualmente “Palencia 1ª universidad española” no hace honor a la verdad  de la historia de nuestro pasado.

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